El Monasterio de San Salvador en Celanova, una fundación que data de la segunda mitad del siglo X, se erige como un testimonio imponente del legado de San Rosendo. Este lugar, que hoy se considera uno de los emblemas más representativos de Celanova, fue establecido en un terreno de significativa importancia histórica y familiar, estratégicamente situado al suroeste de la provincia de Orense, cerca del río Sorga.
La elección de esta ubicación por parte de San Rosendo fue estratégica y simbólica. No solo ofrecía una posición ventajosa desde el punto de vista geográfico, sino que también estaba imbuida de un valor espiritual y ancestral profundo. El río Sorga, cercano al monasterio, no era un mero accidente geográfico; representaba un elemento vital para el sustento y la serenidad del lugar sagrado, fusionando la naturaleza con la espiritualidad.
San Rosendo, una figura de gran relevancia en la Gallaecia de la Alta Edad Media, no solo se distinguió por ser obispo de Mondoñedo y Santiago, sino también por su rol fundacional en el Monasterio de San Salvador de Celanova. Su liderazgo trascendió la mera creación de este emblemático lugar; ejerció un control significativo sobre más de cincuenta entidades religiosas en la región, incluyendo una variedad de monasterios, prioratos e iglesias. La influencia de San Rosendo fue un factor determinante en el establecimiento y en la expansión inicial del Monasterio de Celanova, marcando un precedente en su historia y en la de la comunidad religiosa gallega.
Bajo la dirección de San Rosendo, el Monasterio de Celanova experimentó un rápido ascenso a la prominencia dentro del panorama gallego. Se convirtió en un imán para herencias y donaciones significativas, que en su mayoría consistían en tierras y castillos, reflejo de su creciente poder e influencia. Un aspecto crucial para la seguridad y el florecimiento del monasterio fue la protección otorgada por los Reyes de León y Castilla. Este respaldo real no solo salvaguardó al monasterio de posibles usurpaciones y saqueos por parte de la nobleza, sino que también fue un pilar fundamental en su proceso de crecimiento y consolidación. Este apoyo de la corona fue instrumental para que el Monasterio de San Salvador de Celanova se estableciera como uno de los más poderosos y reconocidos de España durante ese periodo histórico.
En el año 1506, el Monasterio de San Salvador de Celanova atravesó una fase transformadora al integrarse a la Congregación benedictina de Castilla, marcando un renacimiento en su historia. Este importante acontecimiento no solo reforzó la dimensión espiritual del monasterio, sino que también amplió considerablemente su influencia en el ámbito socioeconómico. La incorporación a esta orden benedictina trajo consigo una intensificación de la disciplina monástica y una renovada afirmación de sus valores religiosos, aspectos que se tradujeron en una gestión más eficiente y efectiva de sus recursos y propiedades. Este cambio, por tanto, no fue únicamente una adaptación estructural, sino que representó una evolución profunda en la identidad y la función del Monasterio de San Salvador dentro de la comunidad y la región.
A lo largo de los siglos XVII y XVIII, el Monasterio de San Salvador de Celanova entró en una era de expansión y prosperidad que no tenía precedentes en su historia. Durante este periodo, el monasterio amplió significativamente su esfera de influencia, logrando esto a través de la adquisición estratégica de más propiedades y la fundación de prioratos adicionales. Este notable crecimiento no solo incrementó su riqueza y recursos de manera considerable, sino que también cimentó firmemente su estatus como un epicentro de poder tanto religioso como económico en Galicia. La extensión de su influencia a lo largo de la región subraya la importancia que el Monasterio de San Salvador de Celanova había alcanzado, convirtiéndose en un actor clave en el tejido social, económico y espiritual de la comunidad gallega.
No obstante, el advenimiento del siglo XIX marcó un punto de inflexión radical para el Monasterio de San Salvador de Celanova. Este periodo fue testigo de las desamortizaciones, un proceso que implicó la expropiación y posterior venta de bienes eclesiásticos, un golpe severo para la institución. Estas medidas resultaron en una marcada disminución en la posesión de propiedades del monasterio, así como en la disolución de su comunidad monástica. Este conjunto de circunstancias desencadenó el fin de su era de prosperidad y alteró drásticamente su rol y relevancia dentro de la sociedad. La pérdida de sus bienes y la desintegración de su estructura comunitaria no solo significaron un declive material, sino también un reajuste significativo en la función y la influencia del monasterio en el entorno sociocultural y espiritual de la región.
Después de un periodo de desocupación, el Monasterio de San Salvador de Celanova demostró una notable capacidad de adaptación, asumiendo nuevas funciones conforme cambiaban las necesidades y circunstancias históricas. Durante la Guerra Civil, este histórico edificio se transformó en un lugar de reclusión, asumiendo un papel significativamente distinto de su función original. Posteriormente, en 1951, se produjo otra transformación notable cuando el monasterio se reconfiguró para funcionar como Hogar infantil, esta vez bajo la dirección de la orden de los Salesianos. En los años subsiguientes, una parte del edificio adquirió una nueva vida como la Ciudad de los Muchachos, una iniciativa liderada por el Padre Silva.
Estos cambios en el uso del monasterio son testimonio de su versatilidad y resiliencia ante las fluctuantes corrientes de la historia. Aunque estas adaptaciones significaron un desvío de su propósito original como centro monástico, también reflejan la continua relevancia y el impacto del monasterio en la comunidad, demostrando su capacidad para evolucionar y seguir siendo un punto de referencia en el tejido social y cultural de la región.
En la actualidad, el Monasterio de San Salvador de Celanova se destaca como un Bien de Interés Cultural, un reconocimiento que subraya su valor histórico y artístico. Este venerable edificio es un crisol de estilos arquitectónicos, donde se entrelazan armónicamente el renacimiento, el barroco y el románico, ofreciendo una cápsula del tiempo que refleja la evolución del arte y la arquitectura. Funcionando como un centro neurálgico religioso y cultural en la región, el monasterio atrae a una multitud de visitantes, tanto locales como internacionales, interesados en explorar su rica historia, así como su significado espiritual y social.
El Monasterio de San Salvador de Celanova no es simplemente un monumento estático del pasado; es un testimonio vivo de los cambios históricos y culturales que han moldeado Galicia. Continúa siendo un eje central en la comunidad de Celanova, simbolizando la capacidad de adaptación y evolución a lo largo del tiempo. Su historia sirve como un recordatorio inspirador de la importancia de preservar y valorar nuestra herencia, destacando cómo los lugares históricos pueden mantener su relevancia y su impacto en el tejido social y cultural de una región a través de los siglos.